“Resumen la formación de una conciencia histórica.”
Los textos, en su totalidad, dan cuenta de
un campo de tensiones, donde la historia es interrogada en su sentido vital, en
su condición de “saber necesario”, cuyos polos serían, por un lado, el propio
de un proyecto de globalización económica, social y cultural que, como vuelta
de tuerca, nuevamente nos depara altas cuotas de homogeneización y uniformidad en
los modos de pensar, de hacer, de sentir, en igualdad de superficie que diluye
diferencias histórico-culturales; el otro polo, apela a la utopía de sociedades
plurales en sus expresiones, armoniosas y tolerantes en el reconocimiento de la
diferencia de la historia.
Dedicada durante toda una vida a la
enseñanza de la historia en la UNAM, en distintos momentos del transcurrir de
nuestras sociedades mexicanas, a las actuales sociedades convertidas, vertiginosamente,
en una parte de la aldea global”, que corre el peligro de despojarnos de lo
propio, de las identidades colectivas sólidamente enraizadas en la diferencia histórico
cultural.
En esta crítica, emplea una metáfora muy
afortunada, la de pueblos bonsai, puesto que la aniquilación de la
conciencia histórica representa sociedades de “raíces mutiladas que les
impidan crecer y constituirse con la plenitud que su naturaleza y su
historia les permiten adquirir conocimiento.
Estrechamente vinculado con el poder, en
la medida en que la conformación de la identidad y la conciencia crítica
desembocan, por fuerza, en un horizonte de posibilidades. Frente a ello, desde
una perspectiva profundamente humanista deposita el sentido de la historia, de
su enseñanza, en el “actuar con plena conciencia de mí y de mi entorno,
entender y asumir los procesos sociales y tomar posición consciente respecto de
ellos actuar plenamente humano.
Haciendo un recorrido por los efectos de
las recientes reformas que tienen en la enseñanza de la historia, discurre
sobre las aportaciones de este cuerpo de saberes a la formación de ciudadanos,
como una de las vías privilegiadas para el aprendizaje de la convivencia en la
pluralidad y diversidad, pasando por el filtro de la crítica nociones que
forman parte de nuestro lenguaje, tales como “unidad nacional”, mestizaje, etc.
Preocupada por el escaso interés y aun rechazo
mostrado a través de una encuesta por los jóvenes universitarios colimenses en
relación con la historia, revierte
positivamente esta actitud, como la ocasión propicia para proponer salidas
sobre la enseñanza de la historia. Para ello, después de mucho discutir con los
colegas, logra resituar los contenidos de aprendizaje y la actualización
docente, en la medida en que el propósito no es formar historiadores, sino
enseñar estudiantes a pensar históricamente,
La historia de la educación en general, y de
la secundaria en particular, demuestra que la enseñanza de la historia
universal y de México ha estado desde el siglo XIX en los programas escolares, además
de atribuírsele a ellas las formaciones ciudadana, cívica, ética y la formación
para la integración a la sociedad respectiva los alumnos arrojarían ideas y
prenociones que podrían generar preguntas, de establecer un marco de ubicación
temporal y espacial de los hechos históricos y leer con los alumnos el libro
para hacer una lectura problemática que permita la reflexión, no sobre
‘lo leído’, sino sobre el ‘sentido de lo leído’”.
En los capítulos dedicados al aprendizaje
de la historia en los niveles medio superior y superior. Desde una visión
multidimensional, nos dice que “lo que está en juego es el poder de los sujetos
para trazar su propia historicidad como sentido y herencia.
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