lunes, 30 de noviembre de 2015


“Resumen la formación de una conciencia  histórica.”

Los textos, en su totalidad, dan cuenta de un campo de tensiones, donde la historia es interrogada en su sentido vital, en su condición de “saber necesario”, cuyos polos serían, por un lado, el propio de un proyecto de globalización económica, social y cultural que, como vuelta de tuerca, nuevamente nos depara altas cuotas de homogeneización y uniformidad en los modos de pensar, de hacer, de sentir, en igualdad de superficie que diluye diferencias histórico-culturales; el otro polo, apela a la utopía de sociedades plurales en sus expresiones, armoniosas y tolerantes en el reconocimiento de la diferencia de la historia.


Dedicada durante toda una vida a la enseñanza de la historia en la UNAM, en distintos momentos del transcurrir de nuestras sociedades mexicanas, a las actuales sociedades convertidas, vertiginosamente, en una parte de la aldea global”, que corre el peligro de despojarnos de lo propio, de las identidades colectivas sólidamente enraizadas en la diferencia histórico cultural.

 

En esta crítica, emplea una metáfora muy afortunada, la de pueblos bonsai, puesto que la aniquilación de la conciencia histórica representa sociedades de “raíces mutiladas que les impidan crecer y constituirse con la plenitud que su naturaleza y su historia les permiten adquirir conocimiento.

 

Estrechamente vinculado con el poder, en la medida en que la conformación de la identidad y la conciencia crítica desembocan, por fuerza, en un horizonte de posibilidades. Frente a ello, desde una perspectiva profundamente humanista deposita el sentido de la historia, de su enseñanza, en el “actuar con plena conciencia de mí y de mi entorno, entender y asumir los procesos sociales y tomar posición consciente respecto de ellos actuar plenamente humano.

 

Haciendo un recorrido por los efectos de las recientes reformas que tienen en la enseñanza de la historia, discurre sobre las aportaciones de este cuerpo de saberes a la formación de ciudadanos, como una de las vías privilegiadas para el aprendizaje de la convivencia en la pluralidad y diversidad, pasando por el filtro de la crítica nociones que forman parte de nuestro lenguaje, tales como “unidad nacional”, mestizaje, etc.

 

Preocupada por el escaso interés y aun rechazo mostrado a través de una encuesta por los jóvenes universitarios colimenses en relación con la historia,  revierte positivamente esta actitud, como la ocasión propicia para proponer salidas sobre la enseñanza de la historia. Para ello, después de mucho discutir con los colegas, logra resituar los contenidos de aprendizaje y la actualización docente, en la medida en que el propósito no es formar historiadores, sino enseñar estudiantes a pensar históricamente,

 

 La historia de la educación en general, y de la secundaria en particular, demuestra que la enseñanza de la historia universal y de México ha estado desde el siglo XIX en los programas escolares, además de atribuírsele a ellas las formaciones ciudadana, cívica, ética y la formación para la integración a la sociedad respectiva los alumnos arrojarían ideas y prenociones que podrían generar preguntas, de establecer un marco de ubicación temporal y espacial de los hechos históricos y leer con los alumnos el libro para hacer una lectura problemática que permita la reflexión, no sobre ‘lo leído’, sino sobre el ‘sentido de lo leído’”.

En los capítulos dedicados al aprendizaje de la historia en los niveles medio superior y superior. Desde una visión multidimensional, nos dice que “lo que está en juego es el poder de los sujetos para trazar su propia historicidad como sentido y herencia.

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